El hueco de la puerta deja entrar
una falda de luz como de las 7:00 de la mañana, la ventana baña a la
pared blanca con un rojo por debajo, que
se cae a pedacitos, tengo la nariz fría y los labios partidos.
La ansiedad baila en mis pies, la noche se
comió mis uñas. Mi estómago se niega a
ser sólo un estómago y palpita, discute.
La
pared no miente, ya tengo que
irme, mi cuerpo se queja, me hago bolita y me hundo en las cobijas, yo siempre repito tu nombre.
Si estuvieras aquí , la mañana tendría
sentido, es mejor cerrar los ojos y
apretar a la almohada como si alguien fuese a robármela, abrazarme a tus
piernas, verte a los ojos, volver a ser niña y llamarte papá.